El arte ha jugado un papel importante en el ámbito público durante siglos. En la antigua Roma, las estatuas de dioses, diosas y emperadores eran prolíficas. En las culturas orientales, las deidades eran adoradas con esculturas, y los espacios sagrados estaban marcados con puertas de santuario llamadas torii. En los tiempos modernos, el arte público se ha expandido para incluir ideas culturales más allá de la religión o el gobierno. Posiblemente, la forma más novedosa de arte público del siglo XX, Land Art se ejemplifica con los movimientos de tierra monumentales, como Spiral Jetty creado en Utah por Robert Smithson, y el cerco de once islas de Florida en tela rosa por Christo y Jeanne-Claude. Sin embargo, con mayor frecuencia, el objetivo es mejorar la participación pública, mejorar el valor de la propiedad, estimular la economía local a través del aumento del tráfico a las empresas locales y proporcionar conexión social o comprensión comunitaria compartida.

Como diseñadores, nuestro desafío de crear arte funcional es emocionante. Permite una creatividad decidida y una oportunidad real de dar forma a las experiencias de quienes visitan, usan u ocupan un espacio. Al hacerlo, el diseño y el carácter de las áreas públicas se hacen intrínsecamente más duraderos. Es menos probable que un muro de contención con valor artístico sea desfigurado con grafitis, al igual que los estanques con fuentes tienen menos probabilidades de llenarse sin motivo.

Con el arte público funcional que continúa evolucionando, será interesante ver cómo las personas y los artistas utilizan diversas plataformas y medios, incluyendo la naturaleza, los materiales hechos por el hombre, la tecnología, la señalización e incluso el transporte como piezas utilitarias que también hacen una declaración sobre una época, gente o destino.