Con la singularidad de ser un parque que se integra con el propio centro turístico, los elementos y texturas de la cultura maya se entrelazan en el exuberante oasis para ofrecerle al huésped una experiencia uniforme. Más de setenta y cinco millones de litros de agua circulan por las instalaciones del parque, que cuenta con toboganes de gran velocidad, un recorrido de un kilómetro y medio por un río con rápidos y oleaje, 20 zonas de baño, un área de juegos para niños, una réplica de tamaño natural de un templo maya, una laguna de 28.300 metros cuadrados para practicar esnórquel y 12 piscinas refrescantes. El innovador diseño incluye también exhibiciones de vida marina en el ‘Dig’ y ruinas mayas sumergidas en un hábitat subacuático diverso.

Como líder del equipo, EDSA estuvo a cargo de la planificación general del terreno, la arquitectura paisajista y la documentación de la obra, dando vida al sitio a través de un diseño innovador y con especial atención a los detalles.